miércoles, 30 de marzo de 2011

LA IMPECABILIDAD

1 - La libertad del guerrero
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"El guerrero debe, pues, ser cazador para no ser cazado. ¿Y que caza el guerrero? Sus propias debilidades, es decir, su tendencia a dejarse arrastrar por los hábitos de sus semejantes. El hombre común busca la certeza en los ojos del espectador y llama a eso confianza en sí mismo. El guerrero busca la impecabilidad en sus propios ojos y llama a eso humildad. El hombre común está enganchado a sus prójimos mientras que el guerrero solo depende de si mismo."

- La impecabilidad no es otra cosa que el uso adecuado de la energía. Todo lo que yo te digo no tiene un ápice de moralidad. He ahorrado energía y eso me hace impecable. Para poder entender esto, tú tienes que haber ahorrado suficiente energía, o no lo entenderás jamás.
Los guerreros hacen inventarios estratégicos. Hacen listas de sus actividades y sus intereses. Luego deciden cuáles de ellos pueden cambiarse para, de ese modo, dar un descanso a su gasto de energía (considerando un mínimo del consumo de la energía y un máximo rendimiento).

Yo alegué que una lista de esa naturaleza tendría que incluir todo lo imaginable. Con mucha paciencia me contestó que el inventario estratégico del que hablaba sólo abarcaba patrones de comportamiento que no eran esenciales para nuestra supervivencia y bienestar (y, por consiguiente, hay que eliminar).
Don Juan dijo entonces que en los inventarios estratégicos de los guerreros, la importancia personal figura como la actividad que consume la mayor cantidad de energía, y que por eso se esforzaban por erradicarla.

- Una de las primeras preocupaciones del guerrero es liberar esa energía para enfrentarse con ella a lo desconocido. La acción de recanalizar esa energía es la impecabilidad.
"El fuego interno"

La confianza de un guerrero no es la confianza del hombre común. El hombre común busca la certeza en los ojos del espectador y llama a eso confianza en sí mismo. El guerrero busca la impecabilidad en sus propios ojos y llama a eso humildad. El hombre común está enganchado a sus prójimos, mientras que el guerrero sólo depende de sí mismo. Tú buscas la confianza del hombre común, cuando deberías buscar la humildad del guerrero. Hay una gran diferencia entre las dos. La confianza implica saber algo con certeza; la humildad implica ser impecable en los propios actos y sentimientos.
Guerrero es, por decirlo así, un prisionero del Poder. Un prisionero que puede hacer una decisión libre: la decisión de actuar como un guerrero impecable, o actuar como un asno. A fin de cuentas, quizás el guerrero no sea un prisionero, sino un esclavo del Poder, porque la decisión ya no es una decisión para él.
Un guerrero no puede sentirse desamparado ni desconcertado ni asustado, bajo ninguna circunstancia. Para un guerrero, sólo hay tiempo para su impecabilidad; todo lo demás agota su poder, la impecabilidad lo renueva.
La impecabilidad es hacer lo mejor que puedas en lo que estás participando.
Cuando te sientes y actúas como un ser inmortal que tiene todo el tiempo del mundo, no eres impecable; en esos momentos debes volverte, mirar alrededor tuyo, y entonces te darás cuenta de que tu sentimiento de tener tiempo es una idiotez.
¡No hay futuro! El futuro no es más que una manera de hablar. Para un brujo sólo existe el aquí y el ahora.
El Poder nos da de acuerdo a nuestra impecabilidad.
La libertad que un guerrero tiene, es actuar impecablemente, o bien actuar como un imbécil.
"Relatos de poder"



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La libertad del guerrero

Don Juan había dicho que la fuerza que rige nuestros destinos está fuera de nosotros y nada tiene que ver con nuestros actos o nuestra voluntad... Dada mi imposibilidad total de dominar las fuerzas que deciden mi destino, mi única libertad posible en este barranco consiste en anudar impecablemente mis cordones, cuenta Carlos Castaneda. Sus cordones se desataron y tuvo que detenerse: una roca rodaba pendiente abajo y le habría aplastado de no haberse detenido. Pero Don Juan le responde así a pesar de todo, pues otra vez podría ocurrir al contrario.

La única libertad del guerrero es ser impecable. La impecabilidad es la clave de las enseñanzas de Don Juan. Insiste en que en esto consiste la libertad del guerrero, y sólo en esto. Esta libertad nada tiene que ver con la libertad de una hoja a merced del viento, que es la libertad del hombre corriente. Este, perfectamente disponible para cualquier necedad, baila al son del violón de todos, y de esta manera se cree libre. Y, glotón insaciable, cree que nunca su vida es estúpida.

Mientras que el guerrero prueba todas las cosas dominándolas, el hechicero negro se deja probar por las mil máscaras de la bestialidad, y aún pide más. Ya que sólo el Poder, imprevisible e incognoscible, dirige al guerrero, éste debe someterse con toda lucidez, con un perfecto dominio de sí. Pero como el más mínimo paso en falso puede significar la muerte, no descuida nada, está siempre preparado. La impecabilidad es la ausencia total de abandono. Un guerrero sigue aquello que le dicta el poder.

Y para interpretar lo que le dicta el poder, debe ser humilde, seguro de sí y suficientemente rápido. La interpretación no es cuestión de léxico: El sentimiento apropiado ha de hallarlo en sí mismo. El menor indicio de vanidad podría conducirle a su pérdida irremediable. Su humildad hace que esté seguro de sus propios sentimientos. El hombre simple -la naturaleza original del hombre- es infalible, pues no está separada del universo mismo, de su misteriosa esencia. Y la constante lucha del guerrero debe tener por objeto esta simplicidad; el guerrero limpia continuamente su espejo para que ninguna de las imágenes reflejadas se distorsiones.

El guerrero, carente totalmente de respecto por lo que hacen los hombres, no obedece ninguno de sus imperativos, ni cae en ninguna de sus seducciones, que son la mayoría de las veces seducciones inconscientes, trampas sin saberlo, son trampas a su vez con las mejores intenciones del mundo. El guerrero busca ser impecable ante sus propios ojos, y a eso le llama humildad. Carlos Castaneda le dice a Don Juan que sus padres han recriminado toda la vida al clero el ser culpable, a sus ojos, de mantener a los hombres en la ignorancia. Y Don Juan le reponde: Poco importa lo que diga o lo que haga éste o aquél. Tú debes ser tú, un hombre impecable. El combate está exactamente ahí, en tu pecho. Y añade: Si tu abuelo y tu padre hubieran tratado de ser guerreros impecables, no habrían tenido tiempo para combates mezquinos. Nos hace falta todo el tiempo y toda la energía de que disponemos para vencer nuestra idiotez. Y esto es lo que cuenta. Lo demás no tiene importancia. Nada de lo que tu abuelo y tu padre te han dicho sobre la iglesia les ha proporcionado bienestar. En cambio, ser un guerrero impecable te dará vitalidad, juventud y poder. Por lo tanto, más vale que escojas sabiamente.

De esta manera, el guerrero no puede perderse en recriminaciones; no puede malgastar su poder en combates mezquinos. Si ha de saber que sus semejantes se pierden por mezquindades, es para no ser mezquino, sino para alejar de él la mezquindad. Que importa que éste o aquél vivan así! Nadie hace nada a nadie: combates de este género nos hacen disponibles. Ser indisponible es ser impecable en sí mismo: es librar su combate, conquistar juventud y poder, y no envejecer y periclitar en vanas escaramuzas. El único medio de evitar las trampas de los hechiceros negros es no hacer como ellos, no librar los combates que nos solicitan para mantener su mundo. Ninguna querella merece ser atendida. Por eso mismo, el guerrero debe estar convencido de que no puede ayudar a nadie, ni a un guerrero ni a un hombre corriente: El designio es ser impecable uno mismo, y no decir ni una sola palabra. Debe aceptarse a la gente como es y no intervenir en su existencia, pues los designios del poder están fuera de su alcance, y toda tentativa de ayuda no es más que un deseo de hacer a los demás semejantes a sí mismo, esta es la moral de los hombres comunes. El guerrero no puede ser en nada humanista.

El guerrero sólo tiene un designio, el poder; y un medio, la impecabilidad, sin la cual su poder declina. El guerrero es prisionero del poder: un prisionero sólo tiene una elección libre: actuar como un guerrero impecable, que el guerrero no es el prisionero del poder, sino su esclavo, porque, realmente, la elección no es tal para él. Genaro no puede actuar más que como un guerrero impecable. Si actuase como un cretino se vaciaría y estaría perdido.

Así pues, el guerrero no puede dedicar su tiempo más que a ser impecable: todo lo demás agota su poder, mientras que la impecabilidad lo nutre

Y ésta consiste en hacerlo lo mejor posible cada vez que uno se empeña en algo.

Y lo mejor, como hemos visto, Sólo puede ser fruto de la toma de conciencia de la inminencia de nuestra muerte.

"Cuando actúas como si fueses un ser inmortal que dispone de todo el tiempo, no eres impecable; en ese momento deberás volverte, mirar a tu alrededor y comprobarás que este creer que tienes tiempo es una idiotez. ¡No hay supervivientes en al tierra."
B. Dubant y M. Marguerie
"Castaneda, El camino del guerrero"

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Los cuatro acuerdos

Se impecable con tus palabras
No te tomes nada personalmente
No hagas suposiciones
Haz siempre lo máximo que puedas
La acción consiste en vivir con plenitud
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